El escenario
mundial, con sus avances tecnológicos, su integración comercial, el acceso a la
información a través de la web, el desarrollo de nuevas tecnologías y
corrientes económicas están presionando a las empresas a cambiar su mentalidad
en relación al entorno en el cual se desenvuelven, ahora ya no es opción ser
sostenible y amigable con el ecosistema donde se desarrollan, ahora es una obligación.
Pues si algo
le pasa a este mundo, no habrá industrias, empresas o actividad comercial tal
cual como la conocemos hoy.
Escenario Económico y Cambio Climático
Según la
NASA, 2015 fue el año más caluroso desde que el hombre comenzó a medir la
temperatura del planeta. Esto no era de ninguna manera un caso aislado, sino
una tendencia constante desde el año 2000 hasta la actualidad; el mayor
culpable es el calentamiento global asociado con la actividad humana, junto con
las emisiones de Gases del Efecto Invernadero (GEI) como subproducto de la
combustión de combustibles fósiles (tales como el carbón y el petróleo).
El cambio
climático es un tema que se ha discutido muchísimo: el actor Leonardo DiCaprio
ha hablado muy francamente sobre la necesidad de actuar en la Asamblea General
de la ONU, el Presidente de los EE.UU. Barack Obama agregó el Cambio Climático
a su mandato, y en París, 195 países alcanzaron un acuerdo histórico durante la
conferencia COP21.
A pesar de
todos estos esfuerzos, el consenso es que la solución está todavía muy lejos, y
que las grandes empresas simplemente no hacen lo suficiente.
El Enfoque Tradicional del
Cambio Climático
El debate
sobre el cambio climático por lo general se aborda comenzando con 3
suposiciones fundamentales. La primera se refiere a un deber moral: es nuestra
responsabilidad salvaguardar el planeta para las generaciones futuras, ya que
sólo tenemos un planeta Tierra.
La segunda
suposición es ecológica: la mutación del clima por la cual nosotros somos
responsables también es responsable por los desastres naturales imprevisibles,
en los cuales hay muchas víctimas.
La tercera
suposición deriva de la yuxtaposición del progreso y el medio ambiente: el
progreso significa crecimiento económico, y el crecimiento económico de un
individuo o una nación implica una mayor contaminación; el progreso demanda
energía, y el acceso a la energía es cada vez más a costa del medio ambiente.
Pedirles a las personas o a las naciones enteras que limiten su propia huella
de carbono significa ponerle límites a su demanda de energía, y por lo tanto, a
su demanda de crecimiento. Pedirles a las personas y a los estados que
compensen su propia huella de carbono conduce a que su crecimiento sea más
caro, lo que a su vez explica las diferencias entre los planes de la mayor
parte de América Latina y de los países desarrollados para combatir el cambio
climático.
Desde la
revolución industrial, el progreso no se ha dejado de alcanzar a costa del planeta
donde vivimos; en el año 2040 la demanda de electricidad solar se espera que
aumente un 70%. Con estas estadísticas, no podemos darnos el lujo de seguir
pensando en la Tierra como un recurso disponible, listo para el consumo.
Las fuentes
renovables resuelven este problema, porque transforman radicalmente la
disponibilidad de energía: a partir de un juego de suma cero, que se trata de
una carrera para ver quién puede reclamar por los combustibles más fósiles,
usándolos en detrimento del medio ambiente, a un juego de suma positiva,
mediante el cual el acceso de una parte a la energía no afecta al acceso de la
otra parte, los recursos no son limitados ni localizados, y el impacto
ambiental es mínimo.
Necesitamos
construir alternativas convenientes y tangibles hasta que se adopte y se
replique una nueva dirección. Sin embargo, todavía hay muchos que creen que el
recurso a las fuentes renovables sigue siendo poco práctico desde el punto de
vista económico, en comparación con el uso de combustibles fósiles.
Y si miramos a largo plazo?
Debemos
tener en cuenta tanto los costos como los beneficios de cualquier elección que
hagamos.
Para Enel,
LATAM es un enorme laboratorio tecnológico cuando se trata de energía
renovable. Sin embargo, las soluciones que hemos adoptado no fueron motivadas
por reacción a la cuestión del cambio climático, sino que derivan de una
estrategia precisa concentrada en la Teoría del Valor Compartido de Porter y
Kramer: sólo alineando los intereses de los accionistas con los del cliente y
la región es posible el crecimiento exitoso de un negocio en el tiempo.
Los recursos
renovables necesitan no sólo ser una reacción al cambio climático. Son motores
del progreso. Los beneficios son muchos, tangibles e inmediatos:
● La
tecnología hace que los recursos renovables sean aún más competitivos desde un
punto de vista financiero, y que también tengan un tiempo de comercialización
sumamente rápido. La energía renovable puede ser competitiva con la producción
de energía tradicional, incluso en las zonas geográficas en las que su
desarrollo está todavía en las primeras etapas, como estamos demostrando en
Perú, administrando provechosamente tres tecnologías renovables diferentes en
el país: eólica, solar e hidroeléctrica (en total, 326 MW). Los recursos
renovables proporcionan la diversificación de la matriz energética de un país,
haciendo que el sistema de energía sea más resistente y mejor enfocado para
enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático.
● Los
recursos renovables generan seguridad energética en el país que los desarrolla,
pues su producción no depende de la volatilidad de los precios de las materias
primas. Los países menos desarrollados, que a menudo son ricos en combustibles
fósiles, podrían fijar sus objetivos en un crecimiento más estable. En Venezuela,
los combustibles fósiles parecen ser más una maldición que una ventaja. Desde
2005, Uruguay ha invertido más del 3% de su propio PIB en la alteración de su
matriz energética para favorecer las energías renovables, y ahora genera un 95%
de la electricidad del país a partir de energía renovable.
● Los
recursos renovables también ayudan en la solución de la cuestión de llevar
energía a las comunidades aisladas, como lo demuestra el caso de Ollague, donde
la energía renovable nos permite proporcionar la energía (24 horas al día, 7
días a la semana) a un pueblo que está fuera de la red a 3.700 metros por
encima del nivel promedio del mar, en una zona desértica de Chile, asegurando
que el pueblo tenga acceso a la energía, incluso por la noche.
● Los
recursos renovables crean puestos de trabajo locales y sobre todo promueven un
diálogo directo, inclusive con las comunidades que están asentadas en la
región, como lo demuestra el caso de Cerro Pabellón, en Chile, donde estamos
construyendo la primera planta geotérmica de América Latina (48 MW). La
participación de 6 comunidades indígenas quechuas y atacameñas lo ha hecho de
forma tal que algunas de las inversiones y los beneficios obtenidos permanecen
en el lugar, gracias también a la integración de las mismas comunidades en la
cadena de proveedores de servicios para la fase de construcción del proyecto.
Esto ha facilitado el nacimiento de nuevos empresarios, la mayor parte de los
cuales son mujeres.
Lo que
podemos aprender de nuestros esfuerzos en América Latina: la sostenibilidad
como una consecuencia de nuestro enfoque de Valor Compartido.
Empresas Sostenibles ¿Opción u Obligación?
En el mundo
empresarial, lo sostenible ha pasado de ser accesorio o una moda, a ser casi
obligatorio y acabará siendo una norma. Como dice Andrew Winston, autor de las
obras ecointeligentes Green to Gold y The Big Pivot, la sostenibilidad ha de
estar en el ADN de las empresas.
Últimamente
observamos que el mundo empresarial está reaccionando en términos de
sostenibilidad, adaptándose a las nuevas condiciones a las que se va a
enfrentar el Planeta: calentamiento global, fenómenos climatológicos extremos,
y recursos escasos, por citar algunas.
Otro mito
que se está pulverizando es que las empresas sostenibles no pueden ser
rentables. Focalizadas en el cortoplacismo, muchas compañías están descubriendo
otro tipo de rentabilidad, quizás no a la que se han acostumbrado los
accionistas.
Por ejemplo,
cuando una empresa se fija el reto de consumir energías de fuentes renovables
debe realizar inversiones importantes para alcanzar esa meta. Sin embargo, el
ahorro en el coste de energía y la reducción de emisiones de CO2 compensarán la
inversión y no tienen por qué encarecer productos y servicios.
Este giro de
las empresas hacia la sostenibilidad se puede apreciar desde antes de la Cumbre
Climática de París (COP21) donde si pudimos observar cómo los políticos se
subían decididamente al carro del respeto por el Medio Ambiente.
Con el
escenario de subida de temperaturas, con aumentos posibles de dimensiones
apocalípticas, nos lleva a que por mucho que cambiemos nuestro estilo de vida
vamos encaminados a incrementos de 1,5 a 2º C. En laCOP21 se establece este
límite de 2º C como el máximo asumible a medio plazo.
Ciudadanos y
empresas no nos podemos permitir el lujo de esperar que actúen los políticos
para detener este deterioro ambiental
El papel de la Economía
Colaborativa y Economía Circular
Parece que
la economía colaborativa, y la muy mencionada economía circular, son modelos de
regeneración que están poniendo en práctica grandes multinacionales como
Renault, Unilever ó Philips. Surgen sistemas ecointeligentes que van más allá
del reciclaje, que se puede considerar como un primer paso, y que buscan
utilizar los recursos diseñando un círculo virtuoso.
Esto nos
lleva a abandonar los viejos sistemas lineales e implementar otros disruptivos
que cuestionen el corto plazo, el PIB de las naciones, la convención de los
beneficios, y los modelos de negocios que los sustentan.
Quizás
algunas empresas confundidas han tomado atajos para engancharse a la moda de la
sostenibilidad y han caído en las manos del lavado verde ó greenwashing. El
antídoto es la transparencia ya que el consumidor cada vez tiene más medios
para estar informado y es muy difícil ocultarle malas prácticas disfrazadas de
verdes ó ecológicas. El mundo del marketing tiene todo un reto para generar y
satisfacer la nueva demanda sostenible sin incurrir en engaños.
Resumiendo,
ciudadanos, compañías, gobiernos y actores sin fines de lucroparecen que
convergen en que el crecimiento económico y el desarrollo sostenible tienen que
ir de la mano para que nuestro mundo, cada vez más globalizado, sea sostenible.
Pero queda
mucho por hacer para que accionistas, directivos de empresas y el mundo de las
finanzas se conviertan en verdaderos socios de la sostenibilidad.
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