Hace unos
meses Europa viene viviendo incertidumbres en casi todos los aspectos de su
vida diaria, esto hizo que muchas personas vieran a América Latina con
esperanza, sin embargo en una nota publicada por el Fondo Monetario Mundial ha
revelado un panorama muy diferente al que muchos creían.
Y no es para
menos pues América Latina no está ajena a problemas bastante graves, varios de
ellos con corte social y político que terminan por salpicar y manchar el
desempeño económico que varios países de la región han venido desarrollando de
manera excelente.
Vistazo a la actualidad
Tras un
comienzo difícil a principios de año, las condiciones tanto externas como
internas en América Latina han mejorado. Pero las perspectivas para la región
son todavía inciertas.
Los precios
de las materias primas se han recuperado con respecto al mínimo que registraron
en febrero de 2016, pero se espera que permanezcan en niveles bajos en el
futuro previsible. A esto se suma una interrupción, o incluso una reversión, de
las fuertes depreciaciones del tipo de cambio en algunas de las mayores
economías de la región.
Más
recientemente, el referéndum realizado en el Reino Unido a favor de abandonar
la Unión Europea (brexit) provocó un marcado aumento de la volatilidad en los
mercados financieros mundiales, sobre todo en lo que se refiere a los precios
de las acciones y los tipos de cambio. Si bien las exposiciones comerciales
directas de los países de América Latina y el Caribe ante el Reino Unido son
reducidas (en promedio alrededor de 1 por ciento de las exportaciones totales),
la región está expuesta a una desaceleración más generalizada en el resto del
mundo
—por la vía
de vínculos comerciales y financieros— y a la volatilidad del sentimiento de
los inversionistas. Pero al mismo tiempo, el ritmo más gradual de normalización
financiera en Estados Unidos, con la compresión de la prima por plazo de ese
país, debería ayudar a contener las presiones de los costos de financiamiento
tanto para el sector público como para el privado.
Perspectivas de Crecimiento
Teniendo
todo esto en cuenta, las perspectivas de crecimiento de la región para 2016 y
2017 se han revisado moderadamente al alza, 0,1 puntos porcentuales en ambos
años con respecto a lo pronosticado en abril de 2016 (véase el cuadro). Tras
una leve contracción de la actividad en la región en 2015, prevemos que este
año la actividad económica se contraiga 0,4 por ciento (una ligera mejora
frente al -0,5 por ciento de las proyecciones de abril de 2016), con una
reactivación moderada del crecimiento en 2017 a 1,6 por ciento. Pero los
frecuentes episodios de aumento de la volatilidad del mercado, si bien
efímeros, son un constante recordatorio de que las condiciones favorables del
mercado pueden trastocarse de la noche a la mañana. Esta volatilidad mundial
también podría exacerbar las vulnerabilidades del sector empresarial, dadas las
mayores cargas de deuda y la menor rentabilidad.
Resultados dispares en
crecimiento
El
crecimiento sigue evolucionando de forma desigual en toda la región, debido a
una confluencia de fuerzas externas e internas.
En Chile,
Perú y Colombia continúa el proceso de ajuste ordenado en respuesta a un shock
relativamente importante de los términos de intercambio (fuerte caída de los
ingresos por exportaciones).
Las
perspectivas de crecimiento de Chile se revisaron ligeramente al alza, a 1,7
por ciento en 2016, ya que el ímpetu al inicio del año fue más fuerte de lo
previsto. Pero las perspectivas de inversión siguen siendo débiles, debido a
que los precios más bajos e inciertos del cobre están frenando la inversión
minera, y la floja demanda externa y las incertidumbres relacionadas con un
cumplimiento incompleto del programa de reformas están retrasando la inversión
en sectores distintos de la minería. En general, la distensión monetaria y un
marco fiscal creíble han ayudado a amortiguar el impacto de los precios más
bajos del cobre y la floja demanda mundial.
En Perú, el
crecimiento se ha visto apoyado por un aumento de la producción de los sectores
primarios, gracias a la entrada en funcionamiento de proyectos de minería
planificados desde hace bastante tiempo, y se prevé que el crecimiento se
dinamice aún más en 2016 (3,7 por ciento) y 2017 (4,1 por ciento). Las
prioridades de política son dar continuidad a las reformas educativas,
flexibilizar el mercado laboral, reducir las trabas administrativas y
racionalizar la descentralización fiscal.
En Colombia,
un endurecimiento coordinado de las políticas fiscal y monetaria ayudará a
contener el déficit en cuenta corriente y los efectos inflacionarios derivados
de shocks relacionados con factores meteorológicos y el tipo de cambio. Los
recientes avances en el proceso de paz han mejorado las perspectivas de que se
llegue a un acuerdo definitivo a corto plazo, lo cual fomentaría aún más la
confianza del mercado y estimularía el crecimiento. El programa de infraestructura
de las autoridades está bien encaminado y también debería ayudar a impulsar el
crecimiento a mediano plazo.
En Brasil,
el PIB siguió contrayéndose en el primer trimestre, pero menos de lo previsto,
lo que hace pensar que la contracción ampliamente esperada para 2016 será menos
drástica de lo que se había concebido. Se prevé que la desaceleración económica
toque fondo este año, y en 2017 la actividad económica debería registrar cierto
crecimiento positivo, aunque el elevado nivel de desempleo impondrá un lastre a
la demanda interna. El gobierno interino ha delineado una estrategia de
reducción gradual del déficit con el fin de moderar las presiones de gasto
insostenible a mediano plazo. Los mercados han visto con muy buenos ojos la
estrategia propuesta de consolidación, y el gobierno tiene que centrar sus
esfuerzos en superar los desafíos de la implementación.
En
Argentina, la transición a un marco de política macroeconómica más coherente y
creíble sigue avanzando, y debería afianzar las perspectivas de crecimiento a
mediano plazo, aunque el impacto adverso en la actividad a corto plazo ha sido
mayor de lo previsto. El ajuste de los precios relativos en el primer semestre
de 2016 —tras la depreciación del tipo de cambio y el alza de las tarifas de
los servicios públicos— ha acelerado la inflación y perjudicado el consumo
privado. Ahora la actividad económica probablemente empezará a recuperarse
hacia finales de 2016, a medida que la inflación se modere gradualmente, que se
estimule el gasto y que se reduzcan las tasas de interés. Se prevé que la
orientación más acomodaticia de las políticas monetaria y fiscal promueva el
crecimiento en 2017, pero que complique el cumplimiento de las metas fiscales y
de inflación anunciadas este año.
En Ecuador, además
del impacto adverso del terremoto de abril, la economía continúa soportando los
efectos del bajo nivel de los precios del petróleo, la fortaleza del dólar de
EE.UU. y el carácter restrictivo de las condiciones financieras. Se prevé que
la economía se contraiga este año, pero a un ritmo más lento que el proyectado
anteriormente, gracias a una recuperación relativa de los precios del petróleo
y una mayor disponibilidad de financiamiento externo (principalmente de China).
El financiamiento proporcionado por el FMI en el marco del Instrumento de
Financiamiento Rápido debería ayudar al país a solventar las necesidades de
balanza de pagos debidas a los daños provocados por el terremoto.
En Uruguay,
el crecimiento prácticamente se ha paralizado. Sin embargo, con la inflación
bastante por encima del rango fijado como meta y la deuda pública en aumento,
existe poco margen para la adopción de medidas contracíclicas. Los esfuerzos
han de centrarse en reformas estructurales, como mejorar la calidad y la
matrícula de la educación secundaria, modernizar la infraestructura y reforzar
la eficiencia del mercado laboral para vincular mejor los sueldos a la
productividad, con el fin de fomentar el potencial productivo de la economía.
Las
condiciones económicas de Venezuela continúan deteriorándose, con distorsiones
de las políticas y desequilibrios fiscales que siguen sin resolverse. Se prevé
una contracción de la actividad económica de 10 por ciento en 2016, y que la
inflación supere el 700 por ciento, es decir, la peor evolución del crecimiento
y la inflación en todo el mundo.
México,
América Central y el Caribe se benefician de la recuperación de Estados Unidos
Se prevé que
México continúe creciendo a un ritmo moderado, aunque un desempeño
relativamente deficiente de la producción industrial de Estados Unidos elevaría
los riesgos. Será importante proceder con la consolidación fiscal planificada y
la reestructuración de Pemex (la empresa petrolera estatal) para preservar la
confianza del mercado. El banco central elevó recientemente las tasas de
política monetaria para garantizar que la inflación permanezca cercana el nivel
fijado como meta. En el contexto de una consolidación fiscal en curso y de
expectativas inflacionarias bien ancladas, sería importante mantener una orientación
de la política monetaria relativamente acomodaticia.
América
Central y la República Dominicana han seguido beneficiándose de los precios más
bajos del petróleo, el crecimiento más vigoroso de Estados Unidos y un mayor
volumen de remesas, pese a una leve revisión a la baja vinculada a las
perspectivas de Estados Unidos. Estos países deberían aprovechar la coyuntura
externa relativamente favorable para afianzar sus posiciones fiscales (Costa
Rica, El Salvador), proteger la estabilidad financiera (Honduras, Panamá) y
adoptar reformas para estimular el crecimiento potencial.
De igual
forma, los países que dependen del turismo en la región del Caribe también
están beneficiándose de la recuperación de Estados Unidos, aunque los riesgos
están en aumento debido al virus del Zika, la salida de los bancos
internacionales y el brexit. En cambio, los bajos precios de las materias primas
continúan opacando las perspectivas de crecimiento de las economías caribeñas
que dependen de esos productos. En la mayoría de los países, los objetivos
clave en materia de políticas consisten en abordar las vulnerabilidades
fiscales, afianzar el sector financiero y promover el crecimiento a largo
plazo.
Propuestas para la estabilización
y crecimiento
En vista de
los considerables shocks de los términos de intercambio y la mayor volatilidad
en los mercados financieros mundiales, la flexibilidad del tipo de cambio sigue
siendo la primera línea de defensa. Un factor tranquilizador es que en los
países que cuentan con regímenes de metas de inflación bien establecidos, el
efecto de traspaso de las fuertes depreciaciones del tipo de cambio a la
inflación interna ha sido relativamente limitado. La clara comunicación por
parte de los bancos centrales sigue siendo esencial para mantener bien ancladas
las expectativas de inflación.
El espacio
fiscal sigue siendo limitado en la mayoría de los países de la región, y
particularmente en los exportadores de materias primas, en vista del nivel bajo
y persistente de esos productos y los recientes episodios de volatilidad. Es
vital preservar los márgenes de políticas en caso de que se materialicen los riesgos.
En los países con pesadas cargas de deuda y fuertes presiones del mercado se
requiere acelerar el ritmo del ajuste. Los países que gozan de un entorno
externo más positivo y un crecimiento aceptable también deberían aprovechar este
período para apuntalar sus posiciones fiscales.
Por último,
ahora sería un buen momento para subsanar el problema de los cuellos de botella
con el fin de vigorizar el crecimiento potencial de la región. Las políticas
orientadas a mejorar la educación y la infraestructura y reforzar el Estado de
derecho ayudarían a promover el crecimiento e incrementar la capacidad de
resistencia a los shocks.
Fuente: Fondo Monetario Internacional
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