domingo, 21 de agosto de 2016

Actualidad: Europa olvida a sus jovenes

Europa pasa por un momento complicado en su historia. Imbuida en una serie de crisis que golpean su salud financiera, económica y social trata de mantenerse aun como un espacio que refleje humanismo y liderazgo en el mundo, sin embargo, y esto lo venimos mostrando seguidamente en este espacio, hay un quiebre generacional que no encuentra reconciliación. La generación Millenial muestra resentimientos y dudas sobre su futuro, y es paradójico ya que en una época donde la tecnología y la viralizacion de situaciones y noticias deberían ayudar a que las generaciones tengan puentes filiales que lleven una mejor comprensión de habitos e ideales.
El Brexit es quizás la mejor muestra de esta fractura generacional, es quizás la muestra evidente de un fracaso fruto de egoísmo y temores.
La juventud europea y vale decir también la latina caminan buscando un espacio de vida y desarrollo, potencial hay, somos quizás la generación mejor preparada de la historia de la humanidad, la generación con mayor cercanía debido a la tecnología, pero parece haber una muralla de burocracias, intereses y egoísmos que resulta difícil flanquear.
Que diferencia con los años 80 y 90 donde la caída del muro de Berlin fue el inicio de un camino de unidad y desarrollo sin igual que dio un ejemplo al mundo entero de que si es posible reconciliar naciones y generaciones.
El Viejo Continente
Las evidencias acerca del envejecimiento de la población mundial son contundentes. Mucho más en las economías avanzadas y, dentro de ellas, las europeas. En ausencia de respuestas de política económica a esa amenaza, las pérdidas de bienestar serán importantes, consecuencia de la acentuación de las ya visibles señales de estancamiento del crecimiento, especialmente en la eurozona. De los diversos impactos —económicos, sociales, políticos— que tendrá el creciente peso relativo de la población entre 50 y 64 años, ahora el FMI destaca el descenso de la productividad. A la mayor experiencia de los trabajadores mayores contraponen los más frecuentes problemas de salud y las resistencias adaptativas a las nuevas tecnologías, con un balance negativo en ese componente esencial para que las economías aumenten su potencial de crecimiento.
Esa amenaza se añade a la que se cierne sobre el sistema público de pensiones, especialmente en países del sur de Europa, en los que el creciente envejecimiento coexiste con una muy baja productividad, elevada deuda pública y sin holgura en las finanzas públicas para reducir esas amenazas.
Frente a ello, no basta únicamente con ampliar la edad de jubilación. Es necesario actuar sobre la capacidad de los mayores. La mayor esperanza y calidad de vida es un hecho en países como España. Pero no lo es la capacidad de adaptación a los cambios en métodos de trabajo y organización en las empresas de las personas mayores dispuestas a seguir manteniendo una actividad laboral, en la que poner en valor ese atributo básico, la experiencia. Sobre la base de la flexibilidad para prolongar la vida laboral a partir de una edad, además de mejorar los sistemas de salud, es necesario mantener programas de formación continua que permitan la adaptación a las nuevas tecnologías de las personas mayores, que garanticen que la voluntad de permanecer parcial o totalmente activo no encuentra obstáculos sobrevenidos.
Son necesarios programas de formación continua que permitan la adaptación a las nuevas tecnologías de las personas mayores.
Europa de espaldas a sus jóvenes
El desempleo entre los jóvenes es una carga particular para los países de la región del Mediterráneo. En Italia, más de un 30% de los jóvenes con edades entre 20 y 24 años se quedaron el año pasado sin empleo o estudios.
Seis años después de que la crisis de deuda del euro comenzara su ataque a economías como la de Grecia o Irlanda, una de cada seis personas con edades comprendidas entre los 20 y 24 años vive para el momento, esto es, carece de empleo, no cursa estudios o sigue una formación.
Se les conoce como NEETs, por sus siglas en inglés. En la Unión Europea de 28 países, 5 millones de personas se ajustan a esta descripción, según datos recientes de Eurostat.
El problema no es sólo que no tengan un empleo en la actualidad. “Se enfrentan a una desventaja permanente en el mercado laboral”, según Guntram Wolff, director del grupo de política Bruegel, con sede en Bruselas. “Nunca serán tan productivos como los individuos que tienen un comienzo normal”.
El desempleo entre los jóvenes es una carga particular para los países de la región del Mediterráneo. En Italia, más de un 30 por ciento de los jóvenes con edades entre 20 y 24 años se quedaron el año pasado sin empleo o estudios, un incremento de casi 10 puntos porcentuales respecto de 2006. En Grecia la tasa aumentó al 26 por ciento.
“Los países que ya se enfrentan a las consecuencias de una crisis económica grave sentirán el impacto a largo plazo del alto desempleo de los jóvenes en sus economías en los próximos 20 a 30 años”, dijo Wolff.
Si bien la situación en los países de Europa central es mejor, los problemas son similares: el desempleo entre los jóvenes alemanes u holandeses también excede la tasa media para la población activa total.
El desafío es Político
En el Reino Unido, la fractura generacional (entre unos jóvenes europeos y europeístas y unos mayores nostálgicos de unas glorias imperiales que jamás volverán), la fractura interna en Inglaterra (entre un Londres dinámico y cosmopolita y el resto del país), y la fractura nacional (entre Inglaterra y Gales, por una parte, y Escocia e Irlanda del Norte, por otra, quienes ya se han apresurado a pedir un nuevo referéndum de independencia, en el primer caso, y la reunificación de Irlanda, por otro), son exponentes de un grave problema político que los dirigentes británicos tienen la obligación de gestionar.
Pero lo mismo vale para la Unión Europea. Se ha hablado y se habla mucho estos días del impacto económico negativo, en términos de flujos comerciales y financieros, de los intercambios turísticos o de las consecuencias fiscales sobre los expatriados... Es lógico. Pero no es lo más relevante. En economía, todo es más gestionable que en política. Quedan muchos meses (o años) de negociación y hay muchos espacios de entendimiento posibles para minimizar los riesgos y los costes de la ruptura. Y muchos modelos de posible relación de cara al futuro. Veremos. Pero si se hace bien, no será dramático. Y por ello, probablemente, la campaña de los favorables al 'Bremein' ha apelado en exceso al eventual coste económico y no ha enfatizado suficientemente los costes políticos tanto para el Reino Unido (su propia ruptura, por ejemplo), como para el conjunto de la Unión Europea.
No sólo puede revertirse ahora con el Reino Unido, sino que se van a generar dinámicas análogas en otros países de la Unión, incluidos algunos de los fundadores, como los Países Bajos o la propia Francia. La vuelta atrás es, pues, posible. Y el resultado sería devastador. En un mundo global con el eje de gravedad cada vez más lejos de nuestro continente, la desmembración europea nos haría crecientemente irrelevantes. En un hipotético G8 dentro de 20 años, no estaría ni tan siquiera Alemania. Y con un añadido crucial: la construcción europea aparecía como un antídoto a las tendencias centrífugas de algunos Estados de la Unión. Ahora se abre un camino alternativo, imprevisible en sus consecuencias, pero que no augura nada bueno. Tampoco para nuestro país.Y hay otro coste más sutil pero no menos relevante. Se trata de constatar que no basta aplicar flexibilidades "a la carta", forzando el propio espíritu de la Unión, para garantizar la permanencia de algunos Estados miembros. El acuerdo, que ha devenido inútil, entre la Comisión y el Consejo, por una parte, y el Reino Unido, por otro, afectando a aspectos sustanciales del acervo comunitario (desde la libre circulación de personas al propio concepto de ciudadanía europea) es un buen ejemplo. Para ser miembro de un Club hay que aceptar las normas. Todas. Y Europa no puede ni debe seguir por este camino.Al contrario. Debe profundizar en la determinación de un "núcleo duro" que, a partir de Schengen y del euro, avance en la Unión Económica (y no sólo Monetaria, como hasta ahora) y que debe acabar en la mutualización de la deuda, y que considere irreversible la ciudadanía europea con todas sus consecuencias.
Y en ese desafío, el papel de Alemania es fundamental. Alemania es condición necesaria (aunque no suficiente). Sin ella, Europa como concepto político no es posible. Con ella, algunos países como España, para el que Europa ha sido garantía de libertad, de democracia, de economía de mercado y de seguridad, a través del vínculo atlántico, podemos contribuir de manera decisiva. Hay que ayudar a Alemania a salir de su propensión reciente, históricamente lógica, a no ejercer el liderazgo. Anteriormente, lo compartió, y de forma subordinada, con Francia. En alguna ocasión, permitió que ese liderazgo se canalizara a través de las instituciones comunitarias. Hoy no cabe alternativa: Alemania debe liderar, España y otros países debemos apoyar, impulsar y contribuir, y las instituciones europeas (Consejo, Comisión y Parlamento) deben ser proactivas en esa dirección.Hace muchos años, en la campaña electoral norteamericana de 1992, el jefe de campaña del aspirante demócrata Bill Clinton consiguió remontar las encuestas, hasta entonces muy favorables a la reelección del presidente Bush, gracias, entre otras cosas, al énfasis que puso en las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos estadounidenses. He hizo famosa la frase: 'The economy, stupid'. Hoy, en Europa, debemos cambiar ese énfasis. 
No es la economía, sino la política lo más vital en estos momentos. Y no hace falta insultar a nadie.


Ubicación: Distrito de Lima, Perú

Related Posts:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gráfico Divisas

Calendario Economico

Calendario económico en tiempo real proporcionado por Investing.com España.