Corrían
los años 30 y la economía mundial vivía la peor crisis vivida hasta el momento.
La
crisis se originó en los Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa del
29 de octubre de 1929 (conocido como Martes Negro, aunque cinco días antes, el
24 de octubre, ya se había producido el Jueves Negro), y rápidamente se
extendió a casi todos los países del mundo.
La
coyuntura del alza, denominada allí Big Bull Market, descansaba así sobre una
base sumamente frágil. Todo el sistema se derrumbó en octubre de 1929, y en
pocos días -en cuestión de horas, incluso- las cotizaciones perdieron todo
cuanto habían ganado durante meses o, mejor dicho, durante años. Los pequeños
especuladores quedaron arruinados y tuvieron que vender con enormes pérdidas, y
al cundir el pánico los grandes capitalistas se encontraron también con
dificultades.
Morgan Stanley
ve el pasado hoy
De
acuerdo con un estudio de Morgan Stanley, la economía mundial tiene condiciones
muy similares a las que se observaron en la década de 1930 y se corre el riesgo
de repetir los mismos errores.
Al
igual que en la década de los años 30, el crecimiento se ve limitado como
consecuencia de que las compañías están renuentes a gastar, expectativas
inflacionarias a la baja y gobiernos que retiran los estímulos fiscales.
El
detonante del malestar actual fue la crisis financiera, que dejó una pila de
deudas y desapalancamientos en un contexto de regulaciones bancarias más
estrictas que exacerban las presiones deflacionarias.
La
situación es similar al tipo de conmoción que siguió a la depresión de los años
30, según un análisis de economistas de Morgan Stanley que dirigió Chetan Ahya
en Hong Kong.
“Pensamos que el
contexto macroeconómico actual presenta una serie de importantes similitudes
con la década de 1930, y las experiencias de ese momento tienen especial
relevancia para el presente”,
escribieron.
“La similitud
más importante entre los años 30 y el ciclo que inició en 2008 es que la
conmoción financiera y los niveles relativamente altos de endeudamiento
cambiaron la actitud del sector privado en relación con el riesgo y lo llevaron
a concentrarse en la recomposición de sus balances”.
Como
entonces, el resultado final podría ser un prolongado periodo de debilidad
(económica) y menores expectativas de inflación, con el riesgo de que esos
pronósticos de precios no tengan bases firmes.
El
peligro es que los bancos centrales se apresuren a subir las tasas de interés o
que los gobiernos reduzcan el gasto, todo lo cual desencadenaría una
desaceleración aún mayor.
“Entre 1936 y
1937, el endurecimiento prematuro y drástico de las políticas (monetarias)
derivó en una doble recesión en la economía de los Estados Unidos, un regreso a
la recesión y la deflación en 1938”,
escribieron los analistas.
“De manera
similar que en el ciclo actual, las autoridades procedieron a endurecer la
política fiscal cuando el crecimiento se recuperaba, lo que ha contribuido a
una desaceleración de la economía en los últimos trimestres”
Crecimiento
global a la baja
El
Banco Mundial rebajó este mes su perspectiva de crecimiento global en tanto el
gasto empresarial declina en las economías avanzadas, incluidos los Estados
Unidos, mientras que a los exportadores de materias primas en los mercados
emergentes les cuesta adaptarse a los bajos precios.
El
Producto Interno Bruto (PIB) mundial crecerá 2.4 por ciento este año, un ritmo
que no cambia desde 2015 y menos que el 2.9 por ciento que se había
pronosticado en enero.
Estas
perspectivas sombrías alientan el debate sobre cómo responden las políticas
implementadas por los bancos centrales.
Un
ejemplo es Estados Unidos, donde el aumento de las tasas de interés por parte
de la Reserva Federal (Fed) de diciembre, la primera en nueve años, despertó
críticas en el sentido de que el incremento había sido prematuro dadas las
escasas perspectivas de inflación.
El
exsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, Lawrence Summers, ha sostenido
que la Fed no debe subir las tasas de interés mientras no tenga certezas
respecto de la inflación.
Al
mismo tiempo, los ministros de Hacienda de las principales economías del mundo
prometieron en febrero que sus gobiernos harían más por impulsar la demanda;
desde entonces, sin embargo, han sido los bancos centrales los que han seguido
impulsando el crecimiento mediante la flexibilización monetaria.
Para
evitar una nueva espiral descendente, los gobiernos tendrán que intervenir,
según los analistas de Morgan Stanley.
“Activar
la política fiscal, en especial en momentos en que la política monetaria sigue
siendo flexible, podría llevar a un círculo virtuoso en el cual el sector
empresarial aumente la inversión privada y sostenga la creación de empleo y el
crecimiento del ingreso”, escribieron.
La Gran
Depresión de 1929 y la crisis financiera actual
Si
vemos la situación actual y la comparamos con la de entonces no parece que haya
excesiva diferencia: crisis de crédito, cierre de empresas, desempleo, descenso
del consumo, etc. Sin embargo hay cosas que son diferentes y que pueden evitar
que las consecuencias sean similares. Entonces se plantearon políticas
proteccionistas en todos los países, se penalizaron las importaciones, se
repatriaron fondos desinvirtiendo en otros países y se buscaron salidas a la
crisis de forma individual y cada uno con sus medios.
No
parece que la concepción del mundo globalizado que tenemos actualmente sea un
caldo de cultivo para que se repitan los hechos del pasado. Además tenemos a un
conjunto de economías emergentes que garantizan la demanda externa y que evitan
el colapso de economías eminentemente exportadoras. Además, al contrario de lo
que ocurrió entonces, la inversión de estas economías emergentes no se limita a
sus países y contribuyen al sostenimiento de otras economías comprando su
deuda.
Por
tanto no parece, en el entorno macroeconómico, que podamos vivir una situación
similar a la de los años 30. Pero eso no quita que en un aspecto microeconómico
y en ciertos países, no se den unas condiciones sociales que recuerden las de
la Gran Depresión.
Economías
locales azotadas por la crisis
Los
aspectos positivos que alejan a la economía mundial de los problemas de los
años 30 tienen peor encaje en determinados países en los que la crisis ha
tenido mayor incidencia y que sí viven una situación social muy similar a los
de la Gran Depresión.
Desde
luego el futuro de éstos y evitar que se repita la historia no pasa por asumir
decisiones individuales, sino por combinar políticas de ajuste interno con el
apoyo de los países con mejor situación económica. La cuestión es el impacto
social de estos ajustes o si el intervencionismo de las economías pujantes
puede llevar a una cesión de parte de la soberanía de los países en apuros.
Por
eso la gestión que hagan los gobiernos de las crisis locales han de cuidar
tanto el aspecto económico como el social, no olvidemos que las desigualdades
provocan los extremismos y los extremismos los conflictos.
Números para
recordar y comparar
Después
de la caída de la bolsa en 1929, el Producto Interno Bruto de $ 87 mil millones
se redujo a $ 41 mil millones cuatro años después. El número de desempleados en
1930 el número 7 millones. En 1931, el número fue de 12 millones. El mayor
número de desempleo se produjo en 1932, cuando 15 millones de personas estaban
sin empleo. La tasa de desempleo en 1932 fue aproximadamente%, lo que significa
que uno de cada cuatro Estadounidenses no tenían ingresos en los que para
sobrevivir.
Las
cifras más actuales de nuestro último informe de la crisis económica que más de
5 millones de personas están desempleadas. La tasa de desempleo se encuentra
ahora en el 8,1 por ciento, según un informe publicado el 06 de marzo 2009.
Esta es la tasa de desempleo más alta desde 1983. Sólo en enero de 2009, los
empleadores recortaron cerca de 600.000 puestos de trabajo, la mayor pérdida
desde 1974. Además, el promedio industrial Dow Jones recibió un golpe grande
sólo hace unos días, el 2 de marzo, cayendo por debajo de 7000, por primera vez
desde 1997.
Ya son muchas las veces que se lanzan este tipo de advertencias al mundo. Pero parece que todos estan apurados viviendo el dia a dia, pero no parecen estar conscientes que quizas ya no haya un dia a dia como ahora.
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