La Unión Europea ha
dejado de existir, al menos como la conocíamos hasta hace unas horas, pues la
sociedad británica acudió a las urnas el día de hoy a decidir su destino sobre
la permanencia de su país en la Eurozona y aunque los resultados oficiales aún
no se han publicado, los resultados a boca de urna dan por victoria al Brexit.
Ya veníamos publicando
entradas sobre este acontecimiento y de hecho todo esta reaccionando en este
momento.
Londres y Bruselas tienen mucho que hablar
El
referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea se ha
saldado a favor de la salida de la segunda economía del continente, un
desenlace sin precedentes en el proyecto comunitario y que abre un período de
incertidumbre tanto para el nuevo encaje británico en el continente, como para
la sostenibilidad de un bloque que ha perdido a uno de sus más influyentes
miembros.
Aunque el
escrutinio no ha concluido oficialmente, el 'Brexit' ha logrado una victoria
recibida por sus partidarios como el "día de la independencia
británica", una euforia que contrasta con la negativa reacción de los
mercados, que evidencian las serias implicaciones de una decisión contra la que
habían luchado la práctica totalidad de las fuerzas políticas, económicas y
sociales de Reino Unido.
Junto a los
efectos sobre la volatilidad financiera, el 'statu quo' británico se enfrenta a
un terremoto político con epicentro en el Número 10 de Downing Street, puesto
que el primer ministro, David Cameron, había apostado por una opción, la de la
permanencia, ignorada por la mayoría de los ciudadanos.
Con una
participación del 71,3 por ciento, la mayor en una votación en Reino Unido
desde 1992 y más de seis puntos por encima del plebiscito de 1975 que había
confirmado la permanencia en la por entonces Comunidad Económica Europa, el
escrutinio ha dado un vuelco sin precedentes a una noche electoral que había arrancado
con las encuestas a favor de la continuidad.
Este
desenlace tiene profundas connotaciones políticas e institucionales, puesto que
el debate sobre la sostenibilidad de Cameron al frente del Gobierno, del que
había avisado que no dimitiría en caso de Brexit, está ya planteado, incluso
pese a la carta de dos tercios de los diputados conservadores que habían
defendido la salida y que le han expresado su apoyo para permanecer en Downing
Street por el "mandato y deber" obtenido hace tan sólo un año.
Viendo la letra pequeña
Bruselas
mira de reojo la letra pequeña de un supuesto nunca explorado en la Unión
Europea: la retirada de un Estado miembro. Con la esperanza de no tener que
utilizarlo tras el referéndum que celebra este jueves Reino Unido, las
instituciones europeas escrutan estos días los escasos seis párrafos que
contiene ese artículo 50 del tratado de la UE. El texto da dos años
prorrogables para pactar la separación, que no requiere unanimidad de los
socios. En caso de conflicto, todo puede descarrilar.
La UE no es
un proyecto irreversible; los tratados consagran, en su artículo 50, el derecho
a abandonarla. Al tratarse de una potestad nunca ejercida, tanto Londres como
las instituciones europeas tendrán que emplear altas dosis de creatividad para
diseñar un proceso inverso al que hasta ahora ha acometido el club comunitario:
la ampliación.
Cartas y no de amor
Aunque
parezca una evidencia, la comunicación formal de que Reino Unido se retira
constituye una de las grandes incógnitas del proceso. Los tratados establecen
que Londres debe notificarlo al Consejo Europeo, el órgano que representa a los
Veintiocho, y eso desencadena los trámites. Pero algunos ardientes defensores
del Brexit amagan estos días con no invocar el artículo 50 inmediatamente para
ir retirando y manteniendo competencias europeas a su antojo. El primer
ministro británico, David Cameron, prometió al presidente de la Comisión
Europea, Jean-Claude Juncker, que aplicaría la decisión inmediatamente, según
explican fuentes comunitarias. Lo contrario abocaría a un escenario de caos,
con un país que se va pero que no acaba de iniciar los trámites.
A Negociar
La UE deberá
alcanzar un acuerdo sobre cómo se programa esa salida, “teniendo en cuenta el
marco de sus relaciones futuras con la Unión”. El texto sugiere que la
responsabilidad negociadora recaerá en la Comisión Europea o en la alta
representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, pero dependerá de
la voluntad de las partes. Habrá dos años para negociar porque, transcurrido
ese plazo, los tratados dejan de aplicarse a Reino Unido. Cabe, eso sí, la
posibilidad de prorrogarlo por unanimidad (descontado Reino Unido).
Asuntos sobre la mesa y su
consentimiento
Aunque en el
horizonte planee esa futura relación que los Veintisiete quisieran pactar con
su ex socio británico, los dos años regirían solo para concretar el divorcio,
no para construir el nuevo marco de entendimiento, como pretende Londres. Una
vez aquilatado el Brexit, se tendría que negociar un nuevo marco de relación
con el club comunitario (con la posibilidad de que los miembros más hostiles
puedan bloquear). Y también con el resto del mundo. Porque a no ser que se
habilitara un mecanismo extraordinario, los más de 50 acuerdos comerciales que
la UE mantiene con terceros países dejarían de aplicarse automáticamente a
Reino Unido. En conjunto, los dos procesos pueden demorarse durante años.
os 27
Estados miembros restantes deberán acordar los detalles de esa desconexión de
la UE sin Reino Unido, que “no participará ni en las deliberaciones ni en las
decisiones”. La decisión se adoptará por mayoría cualificada, previa aprobación
del Parlamento Europeo, aunque obviamente requerirá el visto bueno de Reino
Unido, que tendrá que rubricarla.
Los Mercados en shock
De momento,
los mercados han evidenciado las secuelas del escenario que se abre en el
bloque occidental: la divisa británica ha caído a niveles inéditos desde 1985,
lo que podría acarrear una intervención de contingencia del Banco de
Inglaterra, que ya había avanzado que tenía previstas medidas para garantizar
la estabilidad financiera.
Junto a la
City y Downing Street, la atención estará en el continente, donde se espera que
los demás líderes, que han mantenido en secreto su plan de acción en caso de
'Brexit', se reúnan a la máxima urgencia y exijan a Reino Unido clarificaciones
sobre las áreas más delicadas, como el futuro de los casi tres millones de
ciudadanos comunitarios que residen al norte del Canal de la Mancha.
En este
preciso instante los mercados están siendo sacudidos de forma increíble.
Los mercados
están viviendo un nuevo viernes negro en su historia y eso que el día no acaba
más de empezar. El peor de los pronósticos, el menos esperado, se ha cumplido.
Reino Unido dejará de formar parte de la Unión Europea después de la victoria
del Brexit en el referéndum celebrado este jueves con un 52% de los votos. La
reacción de los inversores no se ha hecho esperar y han encendido el modo
pánico. La libra se desploma, los futuros de las bolsas se hunden, así como las
principales plazas asiáticas, el yen y el oro, valores tradicionalmente
considerados como refugio se disparan y el petróleo y el resto de materias
primas caen a plomo.
Como no
podía ser de otra manera, el punto más caliente está siendo el mercado de
divisas. La noche comenzaba con buen pie y, de hecho, la aparente victoria del
Bremain llevaba a la libra a dispararse por encima de los 1,50 dólares. Pero
eso ha resultado un espejismo y la euforia inicial ha dado paso al miedo
extremo en una noche larga y de mucha volatilidad.
Y es que
primero los resultados de Newcastle caían como un jarro de agua fría. Es verdad
que ganaba la permanencia, pero por un margen tan estrecho (50,7% frente al
49,3%) cuando se esperaba una amplia victoria que hacía prever lo peor. En
cuestión de minutos, la libra ha reaccionado con virulencia a la baja.
Era el
preámbulo de lo que estaba por venir. Las votaciones no estaban yendo por el
camino que descontaban los mercados. Después ha sido Sunderland la que ha dado
la puntilla. El resultado en este área a favor del 'leave' ha sido mayor de lo
esperado por los analistas con un 61% de los votos. Así, poco a poco la opción
de ruptura con el bloque comunitario se ha ido poniendo en cabeza a medida que
avanza el recuento.
Sin Precedentes
En
consecuencia, junto a la resolución de una profunda crisis política en casa, el
Gobierno, independientemente de su constitución, tendrá que resolver un proceso
sobre el que no hay precedentes, tan sólo la salida de Groenlandia, ni siquiera
un estado, sino un territorio que formaba parte de Dinamarca, hace más de 30 años,
cuando la UE no era tampoco la unión política en la que se ha convertido hoy en
día.
Por si fuera
poco, este nuevo capítulo tendría que acordarse con socios que difícilmente
mostrarán empatía hacia quien ha decidido abandonar, a pesar de los compromisos
que tanto costaron en febrero y que hubiesen garantizado para Reino Unido el
ansiado estatus de verso libre de una Europa cada vez más cohesionada.
Por otra
parte, a escala europea, el temor es que la partida británica genere un efecto
dominó entre otros integrantes de los Veintiocho y, sobre todo, que desencadene
un peligroso auge del populismo.
No sabemos cómo
se vendrán dando los sucesos, lo que si sabemos es que ya nada será igual.
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